lunes, 26 de junio de 2017

Son las 4:04 de la mañana, tengo el pulso acelerado. Rápidamente salgo de la cama, me miro en el espejo y me pregunto: ¿Que c….nes pintas tú, aquí? Sin tiempo para más comienzo a vestirme, ella aún duerme. Cuando se despierta, le pido que me acompañe a la puerta, tengo que irme ahora, o se irán sin mí. Como siempre, ella se despide con un: “Ten cuidado”. Al salir, el frescor de la noche me envuelve, me tiemblan las piernas y no, no es de frío.

Trotando, me dirijo al punto de reunión, veo movimiento en cada callejón, a la vuelta de cada esquina, todos con semblante serio, atentos, tensos.
El transporte no espera, sale el primero; tranquilo, no es tarde, iré en el siguiente. Aviso al resto del equipo, voy para allá.
Parecemos sardinas; no enlatadas, más bien, recién pescadas, nos falta el aire y se nos ve nerviosos. Nos dejan con los demás, son las 6:10, la luna llena brilla en el cielo, el sol ya anuncia su llegada.

Estamos en Sotres, esto son Picos de Europa, y la Traveserina está a punto de em-pezar.

Por un momento, me siento desorientado, no veo a nadie conocido y sí a mucho foráneo, gentes de Andalucía, Cantabria, País Vasco, lucen sus colores, incluso uno con pinta de británico.

Al fin, una cara amiga, Tania, me salva de la desesperación, nos ponemos rápidamente al día con sus logros en los 101 Peregrinos. Y antes de que acabara el café, ya estaba allí gran parte del equipo de apoyo. Les vuelvo a dar las gracias por venir, porque una cara amiga, vale mucho, y en estas carreras tan largas, aún más. Carlos, Cefe y Saúl.

A Yoli no la cuento porque no viene de apoyo, viene a ganarme una posición. ;-) Postureo de rigor…


Y nos despedimos, esto se empieza a llenar. Yoli y yo nos hacemos otra para avisar a las redes sociales que vamos al lío.


Envío un mensaje a Bego, que “andaré por allí” y fuera móvil, seamos serios, o al menos, aparentemos.

Aparece el único tío que le pide cuernos a todos los que se le plantan delante, es un fenómeno del mundillo del Trail, es al que todos queremos ver después de que empiece una carrera. Sólo pensar en él y en mi cabeza suena AC-DC. Rubén "DEMONION" Nembra, es de esas personas que te saca una sonrisa aunque estés agobiado por que está a punto de empezar la carrera.

Tras el control de dorsales, empieza la música y los nervios de verdad. Las dudas de si todo está en regla, si pasaremos los cortes, si hará tanto calor como ayer…. Ganas de irme a mi casa y decir que no me acordaba que era hoy. Lo de Yoli y los bocatas, espero que lo explique ella, porque no sé que hizo al final.

Comentaba con Tania el recorrido y sin darnos ni cuenta, sonaba Thunderstruck y nos acercábamos rápidamente a la línea de salida. Casi sin tiempo para desearnos suerte, ya íbamos por el 8, 7, 6… que sea lo que tenga que ser… 3, 2, 1.

El primer kilometro es de asfalto y bajamos como aviones pese a la aglomeración inicial, 4:29/km, el segundo la cosa se “tranquiliza un poco” 5:18/km y se acabó, el primer embudo nos fuerza a esperar para después caminar en fila de a uno. En la subida hasta Pandebano cada uno dosifica a su gusto unos corren, otros caminan pero el ritmo es vivo.

Comenzamos la bajada a Bulnes y el ritmo vuelve a subir, el camino es muy corrible, y el paisaje (si te atreves a levantar la cabeza) es espectacular. Tras sumergirnos en el bosque, la tierra rojiza deja paso al agua y el barro. Y a la vista de los tiempos de corte, la gente empieza a ir en el filo de la navaja, con diver-sos resultados. Politraumatismos para unos, sustos por doquier para otros; y en mi caso, una lenta perdida de posiciones, que no me preocupa en demasía, ya que mi carrera es contra mi mismo. En uno de los momentos que me paro para dejar pasar, levanto la cabeza y descubro que sube la marea.


El mar de nubes, está entrando en el valle de Bulnes y eso deja una estampa pre-ciosa en mi retina, y una ligera bajada de temperatura, que es muy de agradecer visto lo del día anterior.

Rodeados por la bruma llegamos a Bulnes, primer avituallamiento y primer punto de corte. 1h 17m sólo 2 minutos por encima de mi tiempo ideal, recargo un bidón, y comienza la subida esta parte no la conozco y me pilla de sorpresa la brusquedad con la que empieza el tramo al salir del pueblo. Un pequeña trepada y cruzamos la Riega de Valcosín, yo, para no perder la costumbre, resbalo en la primera piedra y la cruzo por el agua.

Voy con un grupo de gente que reconozco de otras carreras, no es mi sitio, ni de lejos, pero les sigo el ritmo sin forzar demasiado, aunque sí tengo las pulsaciones un poco altas. Cuando me comencé a notar un poco fuera de punto, el sol empezaba a salir y no se bajaba el ritmo, llegamos al segundo embudo, desconozco el nombre. Hay que trepar con la ayuda de un cable de acero, no contaba con ello pero, me permite echar un vistazo a donde estoy (en la carrera) y DONDE ESTOY.

Señores, esto es Picos de Europa, se me saltan las lagrimas, te ves ahí en medio, “solo”, y si te pones en plan filosófico, empiezas a pensar lo pequeño e insignificante que eres, y…. y si te despistas, te comen la merienda, que esto no es la cola de la charcutería, dale, dale para arriba.

Mientras subo por la piedra, cogido al cable, una ola del mar de nubes lo envuelve todo y notas como la humedad comienza a ser asfixiante. Pero, ahí se acaba, ya no subirá más, al menos no en unas horas. Y aquí llega el suplicio.

Sientes como si te hubieran quitado la sombrilla en la terraza, mientras te tomabas una jarra de cerveza, con un sol de justicia y sin una gota de aire, y no te puedes ir, porque acabas de pedir una jarra de litro y no la vas a dejar ahí… así, así comienza la Canal de Camburero.

La roca caliza agarra bien, pero a cada paso que doy bajo el sol, parece que peso varios kilos más, enseguida tengo que quitarme la camiseta del Club Xixón Runners. Al volver a poner la mochila, siento aún más calor contra la espalda, esto va a ser duro, hace sólo una hora que hemos salido de Bulnes, y sé que me queda, al menos, una hora de subida.


Llegamos a un recodo donde viramos en dirección SO y veo El Picu, ya me habían comentado que cuando lo viera por primera vez, en la subida, me quedaría otro tan-to. Consulto el GPS, exacto, por tiempo y altímetro nos queda otro tanto.

La temperatura, desde que salí de la niebla hasta aquí, ha subido 10ºC, y no ha pa-sado ni media hora. Me sorprende comprobar, que, pese a mi lamentable ritmo y lo que empieza a parecer un agotamiento incipiente, no mucha gente me pasa. Y algunos de los que lo hacen, los vuelvo a pasar yo mientras se paran a coger aire.

Mi paso es lento, trato de que al menos, sea constante, pero cada vez es más difícil, nadie dijo que esto fuera fácil. Trato de recordar el mantra que me ayuda seguir adelante en otras carreras, y se me viene a la cabeza el puñ…ero “Pasito a pasito”, ahora sólo pienso donde narices está aquí el suavecito.

La hierba de alta montaña, me alegra un poco la vista, o eso, o empiezo a delirar. Bebo, calculo lo que llevo y lo que me queda, sobre el papel, todo cuadra. Tras co-rretear por un breve rellano, vuelvo a ver el Picu, y comienzo a oír voces. O estoy muy cerca de repente, o algo no me cuadra. Sigo el ascenso, lento, tedioso pero precioso. Vuelvo a oír voces, están dando ánimos. Compruebo el GPS, aún falta un rato, pero las voces están ahí. Tras un pequeño giro en el camino, descubro de donde proceden.

No sólo veo que hay gente que es capaz de ir animar a una subida en medio de “ninguna” parte. Es que han venido a animarme a mi. No es que me crea el centro del universo, es Bego, y también Fini y Samuel de los BeerRunners. No me lo puedo creer, sabía que Samuel es un montañero experimentado, pero conseguir que Bego llegara allí, sin helicóptero, me dejó pensando un buen rato, donde habrá un camino “cómodo” para que Bego se haya atrevido a ir por el. Nota mental: No lo hay.

Tras parabienes y palmadas, al ritmo cansino de mi zancada, sigo. No, no me paro, porque no arranco. El calor sigue apretando y sólo son las 10 de la mañana. Mientras seguía subiendo, me sonrío, tengo el mejor equipo de animación de toda la carrera.

Cada giro, una nueva subida, ninguna más complicada que otra, pero cada una un poco más difícil de completar. El calor y, probablemente, la falta de sales, hace que los calambres empiecen a hacer de las suyas entre otros corredores. Me paro junto a un chico joven, que parece estar sufriendo bastante y le ofrezco ayuda, pero poco puedo hacer, el ya está tratando de estirar y acaba de tomarse un gel. Esta zona está a la sombra, pero, lo de subir el ritmo es complicado.

Una pareja con dos “guah.es” viene en dirección contraria. Le digo a la mujer que va con el más joven, que si están locos. Me mira, incrédula, sonrío y le digo: “Así se empieza, y luego acaban correteando por el monte como nosotros”. Yo cada día que piso monte, agradezco a mis padres y a quienes nos acompañaban la “educación salvaje” que nos dieron. Con los años, voy descubriendo, que somos raros, pero me encanta.

Parece que ya queda poco, veo a gente bajando por lo que entiendo será el camino de La Tenerosa. Eso me sube la moral, pero no me refresca en absoluto, están bas-tante arriba. Veo restos de nieve a mi derecha, pero el reloj no se para y no me arriesgo a tirarme en la fina lengua que baja por el otro lado de la canal. Pero me quedé con las ganas.
Veo voluntarios que controlan que subamos al refugio antes de lanzarnos a bajar. Y en pocos metros veo una cara amiga, Carlos. El sabe de primera mano lo que sufro con el calor. Sigo avanzando y veo a Saúl y a Cefe.


En ese momento todos los ojos se dirigen al cielo, Los Ángeles de la Guarda, GREIM, están haciendo su entrada. Sin muchos miramientos, muchos buscamos al damnificado, pero no es un corredor. Es un escalador que ha caído en su ascensión al Picu. (Como supimos después, nada grave, unas fracturas, cosas que pasan al levantarse del sofá).

Me quedo boquiabierto con la intervención, a la par que preocupado. Las aspas del helicóptero, están a… nada de rozar el Picu, pero no, saben bien lo que hacen. Re-cogen al escalador, lo evacuaran en breve.

Pero, vamos a lo que vamos, me tomo un respiro. Mientras una voluntaria me ayuda a rellenar los bidones, como algo del avituallamiento y un cacho de barrita, aún queda mucho. He perdido algo de tiempo con lo que esperaba pero voy bien. Tenía 23 minutos al corte, al llegar; cuando me voy, algo más de 15. Ahora empieza lo bueno, pienso para mi (valiente gi…..las).

Doy las gracias a Carlos por venir, me despido de Cefe y arranco en dirección a Pandebano. Nada más salir me cruzo con Yoli que llegaba escudada por Saúl, un “ánimo” y un “nos vemos en Arenas” es todo. Tiene cara de ir sufriendo, pero las mujeres son más duras que nosotros.

Llego a las primeras “zetas” de la bajada y voy “alegre” adelanto a alguien cada cur-va o cada dos, aunque también veo con resignación como hay marcas en los vérti-ces de las zetas que han dejado los “listos de la clase”, en fin, conciencia tranquila, alma limpia.

La sombra de la que disfrutábamos al salir, se acaba, y, no es una bofetada. Es un martillazo en la cara, una losa en la espalda y hormigón en los playeros. En las ba-jadas ya no corro, troto. Y en las subidas, que, en otro momento ni lo pensaría, camino, y no consigo caminar “alegre” sino más bien cansino.

Algo está mal y ese algo soy yo.
No me duele nada en especial, no estoy agotado, porque sé que puedo dar más, he ido comiendo y bebiendo según el plan… algo pasa y no sé lo que es.

Trato de centrarme en no tropezar, ya voy bastante mal, como para caer… Otra cuesta, otra vez a caminar, y en esto veo algo al borde del camino, es una cámara de fotos con algo negro detrás. Vaya, eso negro es una camiseta, con letras rojas, que se parece mucho a la de DejameTusPiernas. ¿Y eso? Eso parece un pañuelo de finisher de DesafiOSOmiedo. Entonces está claro, sólo puede ser Chechu, jajaja. Le doy las gracias por venir y por la foto, que seguro es buena y sigo a lo mío.


Tras un par de kilómetros de bajada, vuelvo a ver a Bego, Fini y Samuel. Me dan ánimos, me dicen que tengo mejor cara, les doy las gracias pero sigo. Esto no va bien y no puedo perder un minuto que luego vaya a necesitar.

Ya casi no paso corredores, pero me cruzo con muchos senderistas, vaya horas, les digo para mi, vais a quedar tostados al horno. Cuanto más tarde los encuentro peor para ellos. No puedes pretender subir a Vega de Urriellu saliendo de casa a las 9:00 y que no te pille el sol y/o la niebla. Pero bueno, a la fuerza ahorcan.

Cada vez sudo menos, y eso no es bueno. Mi cabeza sabe lo que pasa, pero no voy a permitirme el lujo de pensar. Ya veo el refugio de La Tenerosa, he pasado a unas chicas, con las cuales he acabado haciendo grupeta y encaramos la bajada de Pandebano hacia la carretera de Sotres.

No vamos bien, pero el terreno es muy favorable. Nos desvían por el mismo camino que subimos y la cuesta es más pronunciada, pero asumible para correr. Seguimos por el pequeño bosque, pasando lo que fue una tapia y luego otra. Unas pequeñas zetas y volvemos a la carretera de tierra.

Ahí, mi falta de cordura, o la confianza que tengo en mis piernas, me hace lanzarme hasta las casas, donde otros voluntarios, nos señalan el camino. Este enseguida se torna cuesta arriba, lo cual hace, casi, que me pare. No sólo no podía correr, si no que no era capaz a dar tres pasos. Todos los que habían formado parte de la grupeta me pasaron antes de llegar de nuevo a la carretera. Y, pese a sus ánimos no tuve más remedio que darme un respiro en la primera sombra que encontré.

Unos metros más adelante el trazado nos sacaba nuevamente de la carretera, para, tras una pequeña trepada, seguir por un camino, que yo no visualicé en ningún momento, adyacente a la carretera. Era un trayecto de un kilometro, con 120 metros de desnivel positivo, lo que viene a ser, poco o nada. Pero cada paso era un tormento, me faltaban las fuerzas y no sabia donde se habían ido, porque había bajado “conservando” todo el tiempo, sin asumir riesgos.

Miré el reloj, no me lo podía creer, no solo no había ganado nada, es que había per-dido todo el tiempo que tenía ganado. Veía el pueblo allí arriba, cada vez que mira-ba, parecía estar más lejos. Y me quedaban tan solo 8 minutos para estar fuera de tiempo.

Cada minuto veía como me pasaba un corredor, pero ya no analizaba nada, sólo podía pensar en llegar al corte. Me agarré las rodillas, estaba ardiendo. Bebí un úl-timo trago y me toqué la cara, helada.

Volví las manos a las rodillas, agaché la cabeza y sólo la volvería a levantar para ver la siguiente bandera del marcaje. Primero un pie, luego el otro, uno, el otro. Ahora, aquí, cuando ya no puedo apenas seguir, me acuerdo del mantra. Me río solo. Vuelvo a oír voces. Esta vez no las conozco, levanto la cabeza y me incorporo. Ya estoy arriba. “Venga chaval que hasta el avituallamiento es todo bajada” me dice alguien.

Me tiro por aquella rampa de hormigón como si estuviese jugando algo. Llego al avituallamiento, y me dicen que me han sobrado tres minutos. Estoy dentro, bien. ¿Bien? ¿Seguro?

Mis padres y la Bruja ;-) están justo enfrente de mi. Yo niego con la cabeza, me acerco, tiro la mochila, respiro con dificultad. El “Tiene mala cara” que dice mi padre, normalmente me hubiera servido de revulsivo para ponerme firme y demostrarle que se equivoca. Pero, hace más de una hora que sé que tiene razón. Mi madre me toca la cara y ve que estoy frío, no me dice nada. La bruja, me echa un vistazo y sabe que, esta vez, una colleja no va a servir de nada. Me tiro medio litro de agua por la nuca, y no siento nada.

Las piernas ardiendo; la cara fría, blanca; la piel seca; sed insaciable. Son signos claros de un golpe de calor, y yo no he venido a jugarme nada, la vida. MI vida, aún menos.

Uno a uno quito los imperdibles del dorsal, la chica me pregunta varias veces: “¿¿Estás seguro??” Con un nudo en la garganta le digo: “No quiero, pero tengo que parar aquí”.

Con mis padres viéndome, con mi mujer y mis amigos desplazados hasta aquí para verme, o consultando mis avances. Me retiro.


DATOS:
Prueba: TRAVESERINA PICOS de EUROPA.
Fecha: 11 de Junio de 2017.
Salida: Sotres (Casa Cipriano) 1.045 m. Altitud.
Llegada: Arenas de Cabrales 140 m. Altitud
Distancia : 44 Kms.
Desnivel: +3.010/-3.890
Tiempo máximo: 10:00 horas.

Vencedora Femenina: Soraya Gómez 6h 36m 48s
Vencedor Masculino: Ramón Fernández 5h 23m 22s

Conclusión:
Todo lo anterior me ha afectado, física y mentalmente.
Todo se entrena, no es un problema. Hay que entrenar más, o quizás, mejor.
No me sirve de nada arrepentirse, o no, de lo que hice antes o durante la carrera, no voy a buscar excusas.
Voy a tratar de buscar soluciones, porque voy a volver, para acabar lo que empecé.


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(c) Texto: Hugo Gómez Rodríguez
(c) Fotos: Begoña Díaz Álvarez

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